Sistema educativo en Singapur: el país de la educación
O "...sobre cómo una nación pobre ha conseguido convertirse en el país de la Educación en menos de 50 años" (Aldama, 2018).
Un sistema educativo público que ya desde primaria fundamenta sus competencias básicamente en la ciencia, en concreto en las matemáticas y la física. Aunque también aprenden sobre nutrición y sobre deportes no masificados como la escalada, el cual usan, por ejemplo, para generar confianza en la o el estudiante. Una estudiante de cuarto, del equivalente a la ESO, dice al ser entrevistada que de mayor quiere ser ingeniera aeronáutica. (Aldama, 2018).
Y lo primero que me llama la atención es que sólo hablen de ciencias exactas. En un sistema educativo basado en las matemáticas, ¿no quedan relegadas las letras o las artes? ¿Cómo pueden, entonces, plantearse los y las estudiantes otras posibilidades a las que dedicarse si solo experimentan en profundidad las ciencias exactas? Al menos en este documental solo muestran esta parte, la parte que ha hecho a Singapur pasar de ser un pueblo de pescadores a una ciudad-estado pionera. ¿Y el arte, la cultura, la felicidad? ¿Es que sólo de "pan vive el hombre"?
En el documental dicen que "en Singapur se ha implantado una enseñanza pública fuerte que gira entorno a las necesidades económicas del país" (Aldama, 2018). A este respecto, hay que decir que Singapur es un país neocapitalista basado en la actividad portuaria, gracias a su estratégica situación geográfica como paso marítimo entre Asia oriental, el oeste de América del norte y Eurasia occidental. Su orografía también explica el origen de su sistema educativo, pues debido a la ausencia de materias primas, su fuerza se basa en la excelencia de la formación de la mano de obra (Aldama, 2018). Hasta aquí, podríamos decir que el país se ha convertido en lo que tiene. Pero hay algo más, y es que el país tiene muy en cuenta la demanda y las necesidades del mismo, razón por la que intentan evitar la frustración con el currículum, dice el documental.
Este planteamiento, el de tratar de evitar la frustración entre lo que una persona estudia y a lo que se acaba dedicando, me parece de vital importancia. En España, el porcentaje de personas que conozco que se dediquen a lo que han estudiado es mínimo. En el sistema educativo holandés, por ejemplo, también tratan de evitar esta frustración (desconozco cómo lo hacen en Singapur, pues en el documental no lo especifican), pero en Países Bajos han estructurado una serie de exámenes (antes del que sería el equivalente al selectivo aquí) que acotan el tipo de estudios a los que puedes acceder según las calificaciones que vayas obteniendo en las distintas materias, del paso de primaria a secundaria y a lo largo del instituto. No digo que sea ideal, pero me parece útil; entras en la adolescencia y ya tienes que saber a qué te dedicarás diez años después. Me parece irrazonable e irresponsable. Tal vez sea más sencillo encontrar la pasión de la que hablaba Ken Robinson (2017), si a una persona le acotan el terreno de búsqueda al campo que se le da bien. En España parece que prioricemos lo que queremos estudiar, sin tener en cuenta si tenemos las habilidades o el talento necesarias para ello o si existe oferta laboral que cubra las plazas ofertadas al terminar.
Este planteamiento, el de tratar de evitar la frustración entre lo que una persona estudia y a lo que se acaba dedicando, me parece de vital importancia. En España, el porcentaje de personas que conozco que se dediquen a lo que han estudiado es mínimo. En el sistema educativo holandés, por ejemplo, también tratan de evitar esta frustración (desconozco cómo lo hacen en Singapur, pues en el documental no lo especifican), pero en Países Bajos han estructurado una serie de exámenes (antes del que sería el equivalente al selectivo aquí) que acotan el tipo de estudios a los que puedes acceder según las calificaciones que vayas obteniendo en las distintas materias, del paso de primaria a secundaria y a lo largo del instituto. No digo que sea ideal, pero me parece útil; entras en la adolescencia y ya tienes que saber a qué te dedicarás diez años después. Me parece irrazonable e irresponsable. Tal vez sea más sencillo encontrar la pasión de la que hablaba Ken Robinson (2017), si a una persona le acotan el terreno de búsqueda al campo que se le da bien. En España parece que prioricemos lo que queremos estudiar, sin tener en cuenta si tenemos las habilidades o el talento necesarias para ello o si existe oferta laboral que cubra las plazas ofertadas al terminar.
Por otro lado, en Singapur el título académico y el de formación profesional están a la misma altura. Los centros profesionales cuentan con material puntero y se centran en enseñar los aspectos técnicos, mientras que la universidad queda reservada para el campo teórico. Ayudan al estudiante a elegir entre una opción y otra según sus capacidades. Un profesor entrevistado explica que a algunas o algunos estudiantes se les da bien estudiar con las manos, mientras que a otras u otros no. Se valora si eres competente en tu trabajo, sea cual sea, más que tener un título. En formación profesional basan el aprendizaje en lo que llaman la filosofía del triángulo: mente, práctica y corazón. Fomentan en el alumnado pensar más allá de lo establecido y tratan de inculcar valores para formar a buenas personas. La educación no se considera como un gasto, sino como una inversión, donde el recurso humano es el más preciado (Aldama, 2018).
Es curioso, escuchar esta diferenciación entre formación profesional y universidad, me ha llevado a acordarme de la vez que escuché una discusión entre unos universitarios de la Politécnica de Valencia, hace ahora tres años. Uno de ellos se quejaba precisamente de que la universidad había perdido su carácter de motor de investigación, su carácter teórico, derivando al camino técnico. Creo que sería importante devolver a cada campo lo suyo, no tratar de compensar el exceso de universitarios convirtiendo la universidad en un lugar de aprendizaje técnico. Aunque creo que esto no será posible hasta que se prestigie, tanto a nivel económico como social, el rol de las escuelas técnicas.
Otro tema muy interesante que se puede extraer del documental, es el método singapur. Este método se basa en que todo estudiante puede llegar a comprender las matemáticas dentro de su ritmo y nivel. Por ejemplo, no encaran el aprendizaje desde la memorización de algoritmos, sino que convierten el aprendizaje en algo palpable y práctico. Primero aprenden para qué sirve de forma física a través de la experimentación con objetos, como experimentar la resta a través de comerse las manzanas que se tenían o con el juego de bloques (policubos, balanza numérica y modelo de barras, que hace palpable y visible con colores los problemas matemáticos). El aprendizaje se basa en comprender, no en memorizar, y sigue tres fases: de lo concreto a lo pictórico y, por último, a lo abstracto (Aldama, 2018). Me parece un método fantástico, que casa perfectamente con todo lo que venimos viendo sobre nuevas pedagogías. Además, me parece un método inclusivo, es decir, que parte de lo que es común a todas las clases de inteligencias, de tal modo que tanto una niña como un niño con memoria visual o kinestésica tendrán las mismas oportunidades de aprendizaje.
Esta igualdad en el aprendizaje que ofrece el método singapur, y razón por la que triunfa según apunta en el documental una de sus creadoras, creo que puede venir de cómo se originó, ya que fue diseñado fuera del lenguaje, puesto que iba destinado a gente analfabeta. Y fue pensado por profesores que editaron su trabajo pedagógico sobre las matemáticas, partiendo de un proyecto del ministerio de educación de Singapur, quien envió a profesores a estudiar e investigar cómo se enseñaban las matemáticas en otros países. Y todo partió de la voluntad del ministerio por mejorar la situación educativa. En un momento de su historia educativa, se centraron en descubrir lo que no funcionaba y descubrieron que la memorización sin comprensión era un error, ya que sólo servía para acumular "recetas numéricas". Se centraron en que en el currículo académico se viera menos cantidad, pero con más profundidad. "Educar para la vida real" como dice otro de los profesores en el documental (Aldama, 2018). El método singapur se centra en que la alumna y el alumno se enfrenten a la resolución de problemas con diferentes soluciones y, por esto, triunfa y ya se exporta a la enseñanza de sesenta países, España recientemente incluida.
Me llama la atención, que tenga que venir a triunfar a la enseñanza pública un método que, en definitiva, parte de pedagogías de vanguardia que ya abogaban por estas metodologías en la Europa de hace un siglo. Es decir, que haya sido gente externa la que haya sido capaz de ver el valor de lo que ya existía de forma minoritaria o privada, aquello de que "nadie es profeta en su tierra". Del mismo modo que me llama la atención que el documental diga que Singapur dedica el 20% del gasto público a educación, frente a menos del 10% que destina España. O que su sistema educativo partiera de la enseñanza del inglés, para poder abrirse al mundo, mientras que en la Comunidad Valenciana, o mucho antes en Cataluña o País Vasco, se prime la lengua local. Me llama la atención, que sea el primer país fuera de Estados Unidos que consigue albergar una facultad de Yale, pero me abruma descubrir que el gobierno de Singapur paga la carrera en esta facultad a cualquier persona del mundo que demuestre méritos (y no solo académicos, como advierte uno de sus estudiantes de origen catalán), a cambio de trabajar tres años como mínimo en el país. Y después, como les interesa retener lo invertido, se cuidan de cuidar y valorar a sus empleados. Cosa que contrasta por oposición extrema con lo que ocurre en España, donde desde hace ya diez años se viene dando la famosa fuga de cerebros: becar a estudiantes que acaban yéndose a trabajar al extranjero.
En Singapur, se valora muchísimo la figura del profesor, siendo reconocidos social y económicamente, estando equiparados a un ingeniero o un abogado. El país tiene un instituto nacional de educación, único en el mundo, donde se forma y entrena a los futuros profesores, quienes son seleccionados del 5% de universitarios con las mejores notas. En el momento que son seleccionados se convierten en empleados del estado y se les prepara para ser maestros, investigadores de educación o directores de centros educativos. La pedagogía es uno de sus pilares de formación y está muy presente; tal vez porque los singapurenses, personas de ciencia, ya saben y reconocen como tal, a la pedagogía como herramienta científica de la educación. Motivo por el cual, también a lo mejor, Singapur, a pesar de ser un país pequeño, lidera la educación a nivel mundial, según el informe PISA citado en el documental (2018).
En el documental hablan con tres españoles que trabajan en el sistema educativo de Singapur y los tres coinciden en que las claves que lo diferencian del español son, que se respeta la figura del maestro y que sólo puede llegar a serlo quien lo sea por vocación. También coinciden en que lo que le falta al sistema educativo español es estabilidad. Para lo cual sería necesario no politizarlo (cuestión que ya nos surgió en la entrada sobre la educación en la segunda república española). En Singapur, por ejemplo, las reformas son introducidas poco a poco, de forma gradual (¡viva la revolución no revolucionaria!). El secreto es: estabilidad y coordinación. Hablan de adaptar el sistema educativo de Singapur a otros países, no de adoptarlo, y ponen como referente que Singapur misma fue como inició su sistema, yendo a otros países y adaptando al suyo lo que funcionaba a nivel objetivo, científico, y aún lo continúan haciendo (Aldama, 2018).
Esta igualdad en el aprendizaje que ofrece el método singapur, y razón por la que triunfa según apunta en el documental una de sus creadoras, creo que puede venir de cómo se originó, ya que fue diseñado fuera del lenguaje, puesto que iba destinado a gente analfabeta. Y fue pensado por profesores que editaron su trabajo pedagógico sobre las matemáticas, partiendo de un proyecto del ministerio de educación de Singapur, quien envió a profesores a estudiar e investigar cómo se enseñaban las matemáticas en otros países. Y todo partió de la voluntad del ministerio por mejorar la situación educativa. En un momento de su historia educativa, se centraron en descubrir lo que no funcionaba y descubrieron que la memorización sin comprensión era un error, ya que sólo servía para acumular "recetas numéricas". Se centraron en que en el currículo académico se viera menos cantidad, pero con más profundidad. "Educar para la vida real" como dice otro de los profesores en el documental (Aldama, 2018). El método singapur se centra en que la alumna y el alumno se enfrenten a la resolución de problemas con diferentes soluciones y, por esto, triunfa y ya se exporta a la enseñanza de sesenta países, España recientemente incluida.
Me llama la atención, que tenga que venir a triunfar a la enseñanza pública un método que, en definitiva, parte de pedagogías de vanguardia que ya abogaban por estas metodologías en la Europa de hace un siglo. Es decir, que haya sido gente externa la que haya sido capaz de ver el valor de lo que ya existía de forma minoritaria o privada, aquello de que "nadie es profeta en su tierra". Del mismo modo que me llama la atención que el documental diga que Singapur dedica el 20% del gasto público a educación, frente a menos del 10% que destina España. O que su sistema educativo partiera de la enseñanza del inglés, para poder abrirse al mundo, mientras que en la Comunidad Valenciana, o mucho antes en Cataluña o País Vasco, se prime la lengua local. Me llama la atención, que sea el primer país fuera de Estados Unidos que consigue albergar una facultad de Yale, pero me abruma descubrir que el gobierno de Singapur paga la carrera en esta facultad a cualquier persona del mundo que demuestre méritos (y no solo académicos, como advierte uno de sus estudiantes de origen catalán), a cambio de trabajar tres años como mínimo en el país. Y después, como les interesa retener lo invertido, se cuidan de cuidar y valorar a sus empleados. Cosa que contrasta por oposición extrema con lo que ocurre en España, donde desde hace ya diez años se viene dando la famosa fuga de cerebros: becar a estudiantes que acaban yéndose a trabajar al extranjero.
En Singapur, se valora muchísimo la figura del profesor, siendo reconocidos social y económicamente, estando equiparados a un ingeniero o un abogado. El país tiene un instituto nacional de educación, único en el mundo, donde se forma y entrena a los futuros profesores, quienes son seleccionados del 5% de universitarios con las mejores notas. En el momento que son seleccionados se convierten en empleados del estado y se les prepara para ser maestros, investigadores de educación o directores de centros educativos. La pedagogía es uno de sus pilares de formación y está muy presente; tal vez porque los singapurenses, personas de ciencia, ya saben y reconocen como tal, a la pedagogía como herramienta científica de la educación. Motivo por el cual, también a lo mejor, Singapur, a pesar de ser un país pequeño, lidera la educación a nivel mundial, según el informe PISA citado en el documental (2018).
En el documental hablan con tres españoles que trabajan en el sistema educativo de Singapur y los tres coinciden en que las claves que lo diferencian del español son, que se respeta la figura del maestro y que sólo puede llegar a serlo quien lo sea por vocación. También coinciden en que lo que le falta al sistema educativo español es estabilidad. Para lo cual sería necesario no politizarlo (cuestión que ya nos surgió en la entrada sobre la educación en la segunda república española). En Singapur, por ejemplo, las reformas son introducidas poco a poco, de forma gradual (¡viva la revolución no revolucionaria!). El secreto es: estabilidad y coordinación. Hablan de adaptar el sistema educativo de Singapur a otros países, no de adoptarlo, y ponen como referente que Singapur misma fue como inició su sistema, yendo a otros países y adaptando al suyo lo que funcionaba a nivel objetivo, científico, y aún lo continúan haciendo (Aldama, 2018).
Como puntos muy negativos, me han llamado la atención la competitividad y la presión que respiran los y las estudiantes ya desde primaria. La meritocracia es el pilar fundamental y me parece maravilloso, también que la educación se conciba como algo global a todos los niveles, partiendo desde la familia. Pero me causa rechazo que las tres palabras por las que definen a Singapur en el documental sean: talento, educación y ciencia. ¿Y dónde queda la humanidad, la expresión, la creatividad libre, la cultura? En el documental comentan de pasada la situación social de este paraíso de la educación: restricciones civiles, censura y control de la opinión pública, pena de muerte aún vigente, castigos físicos por corrupción y actos incívicos (por tirar un papel a la calle pagas una multa espectacular y puedes incluso ir a la cárcel). En un panorama social como este, no puedo evitar preguntarme a qué clase de personas extranjeras puede motivarles vivir o educar bajo dichas condiciones éticas, ¿tal vez a gente que carece de ética o que su ética está marcada por el dinero o el ego ya que allí se recompensa con dinero y con prestigio social? Quizás estas sean las razones por las que a pesar de lo dicho sobre lo ideal que parece la educación en Singapur y su tasa mínima de paro (2,2%), en el ranking de felicidad de 2019, este país quedara cuatro puestos por detrás de España. Finlandia por otro lado, ocupó el primer puesto por segunda vez consecutiva, razón por la que después de saber algo más sobre el sistema educativo de Singapur, me encantaría tener más tiempo para visionar el documental sobre la educación en Finlandia y escribir otra entrada que complementara a esta presente. Bueno, con un poco de suerte alguna o alguno de mis compañeras o compañeros lo haya hecho y pueda aprovechar el aprendizaje cooperativo aún más.
Para acabar, me parece que el modelo educativo de Singapur es ideal para aprender sobre él. Tanto por lo que funciona y podría copiarse y "adaptarse", como de lo que hay que huir y proteger para que no suceda.
* Videografía:
Aldama, L. (producción ejecutiva). 2018. Talento, Educación y Ciencia, estas son las claves del mejor sistema educativo que Jalis de la Serna descubrió en su viaje a Singapur. Atresmedia televisión. Recuperado en mayo de 2020 de: La sexta.
Robinson, K. (ponente). (2017). Ken Robinson-Cómo encontrar la pasión (Finding your element). Recuperado en marzo 2020 de: https://youtu.be/VBPyj0F6TeQ.
** Imágenes de un billete de dos dólares de Singapur
Aldama, L. (producción ejecutiva). 2018. Talento, Educación y Ciencia, estas son las claves del mejor sistema educativo que Jalis de la Serna descubrió en su viaje a Singapur. Atresmedia televisión. Recuperado en mayo de 2020 de: La sexta.
Robinson, K. (ponente). (2017). Ken Robinson-Cómo encontrar la pasión (Finding your element). Recuperado en marzo 2020 de: https://youtu.be/VBPyj0F6TeQ.
** Imágenes de un billete de dos dólares de Singapur