Neurociencia y teatro. Neurociencia y educación.
La
ciencia y el teatro, en mi opinión, tienen un valor en común: la
consciencia. Por este motivo, cuando más me adentraba en el estudio del
teatro, más conexiones encontraba con la neurociencia. Este punto de
vista científico siempre me ayudaba a comprender cualquier conceptro de
técnica actoral que me explicaban. Y con este ánimo de compartir los
puentes que unen estos dos campos fue que al comienzo del presente curso
académico, cuando las actividades del centro pasaron a ser competencia
de las alumnas y los alumnos, me puse a buscar aquella serie documental, entre otras, de
Brain Games que me había abierto la comprensión sobre mí misma y
el prójimo hacía años. No encontré los fragmentos que me interesaban a
nivel actoral, pero encontré la filmación
que la RESAD había hecho de su primer encuentro entre teatro y
neurociencia. Y así fue que lo compartí con los compañeros y las compañeras que quisieron
asistir, mostrando los momentos que me habían parecido más
significativos, explicándolos, conectándolos con nuestra carrera, desde
mi experiencia.
Así,
del ponente Gabriele Sofia, escogí del
minuto 5, segundo 45 al minuto 24, segundo 12, porque habla de como
funciona la memoria: desde el cuerpo y la imaginación (Vélez, 2017). De lo que
recordaba de mis años como frikie de la neurociencia, hablé de
como el cerebro no distingue entre lo imaginado y lo recordado y, por
tanto, el uso de la imaginación para crear recuerdos de un personaje o
situaciones emocionales podía ser utilizado actoralmente siendo
efectivo. Lo que Stanilavsky, entre otrxs, llaman visualización. También
de que el cerebro compartimenta diferentes tipos de memoria según los
sentidos, siendo la auditiva o la olfativa de mayor capacidad neuronal
por encima de la visual, por ejemplo, y como podíamos usar este dato a
nuestro favor a la hora de memorizar. La importancia de memorizar en
movimiento, con acciones, o de hacerlo mediante un audio con nuestra
propia voz. De hecho, esta es la técnica de memorización que uso para
aprenderme los textos.
Del mismo modo, aproveché lo que Sofia explicaba de forma técnica para hablar de que el cerebro "piensa" y "almacena" en imágenes JPG. Esto significa que de igual forma que una imagen JPG pierde calidad cada vez que se abre, del mismo modo nos sucede con los recuerdos y esta es la explicación al porqué no somos exactos al recordar sobre la infancia e incluso recordamos detalles que no sucedieron según nos informan nuestros padres. El hecho de que el cerebro "piense" en imágenes es importante a la hora de comprender porqué es más saludable y efectivo pensar en afirmativo, porque cuando le dices a un niño: "no cruces en rojo", el cerebro no procesa el "no", sino que asimila una imagen de un semáforo en rojo y alguien cruzando. Luego es más probable que ese niño cuando esté andando por la calle sin ser plenamente consciente, por ejemplo hablando o jugando, eche a cruzar ante un semáforo en rojo, aún siendo que su subconsciente hubiera captado con su visión periférica que estaba en rojo. Cuando si en su lugar lo que hubiera escuchado hubiese sido: "cruza solo en verde", ante la visión periférica del color rojo, su acto reflejo sería con mayor probabilidad el detenerse inmediatamente, aunque fuera distraído jugando o hablando.
Del mismo modo, aproveché lo que Sofia explicaba de forma técnica para hablar de que el cerebro "piensa" y "almacena" en imágenes JPG. Esto significa que de igual forma que una imagen JPG pierde calidad cada vez que se abre, del mismo modo nos sucede con los recuerdos y esta es la explicación al porqué no somos exactos al recordar sobre la infancia e incluso recordamos detalles que no sucedieron según nos informan nuestros padres. El hecho de que el cerebro "piense" en imágenes es importante a la hora de comprender porqué es más saludable y efectivo pensar en afirmativo, porque cuando le dices a un niño: "no cruces en rojo", el cerebro no procesa el "no", sino que asimila una imagen de un semáforo en rojo y alguien cruzando. Luego es más probable que ese niño cuando esté andando por la calle sin ser plenamente consciente, por ejemplo hablando o jugando, eche a cruzar ante un semáforo en rojo, aún siendo que su subconsciente hubiera captado con su visión periférica que estaba en rojo. Cuando si en su lugar lo que hubiera escuchado hubiese sido: "cruza solo en verde", ante la visión periférica del color rojo, su acto reflejo sería con mayor probabilidad el detenerse inmediatamente, aunque fuera distraído jugando o hablando.
De Martín Fons, seleccioné del minuto 27, segundo 35 hasta el minuto 43, segundo 33. Y recuperamos de nuevo el tema de las neuronas espejo, como lo que vemos que le sucede a otro congénere tiene una resonancia en nuestro sistema motor (Vélez, 2017) y como esto explica y puede ser utilizado para hacer empatizar a quien nos atiende, ya sea público o alumnado. Del mismo que apelando a este conociemiento podemos saltarnos las barreras de la subjetividad de cada persona para hacernos entender a través de las neuronas espejo. Lo cual creo que también se podría relacionar con la fuerza que tienen las pedagogías invisibles, más que las palabras, ya que pensamos con el cuerpo, copiando las reacciones y comportamientos que vemos, aunque las palabras de quienes observamos digan lo contrario.
Con todo lo anterior, me parece maravilloso haber podido conocer a David Bueno (2018). Porque él da un paso más y afirma de forma contundente que le parece "horrible" que se reduzcan asignaturas consideradas como el patito feo en la enseñanza española en primaria, como la plástica, la música o la gimnasia. De la combinación de estos dos documentales creo que queda demostrado, desde una perspectiva científica, que la presencia del teatro en primaria también sería beneficioso, pues los mismos argumentos que usa Bueno para la gimnasia, por ejemplo, se pueden extrapolar al teatro. De hecho, me hace plantearme que ambas asignaturas, gimnasia y dramatización, pudieran coexistir y ser optativa la elección entre una y otra, pues en mi breve experiencia como docente me he encontrado que existe una parte del alumnado que no se siente cómoda con su cuerpo o que tiene alguna traba psicomotriz que hacen que no les guste el deporte; y para estos casos, creo que el teatro podría ser una alternativa, pues ejercita el cuerpo (al mismo nivel incluso) que el deporte y enseña sus mismos principios, como la segmentación de movimientos de la que habla Bueno (2018), así como el sentido de equipo.
Por
añadidura, Bueno habla de que aprender es fácil para el cerebro, pero
que desaprender no (2018). Lo cual me lleva a reflexionar sobre la gran
responsabilidad que tienen los docentes sobre el futuro de la sociedad y
lo poco que se valora tanto su labor como la actualización de su
formación a la vista del saber que aporta la neurociencia. En la Grecia
clásica la figura del maestro era de gran prestigio y sin irnos tan
lejos, en China mismo está considerada al mismo nivel que un médico, tal es así que en su época imperial el maestro era la única persona que no tenía que postrarse ante el emperador.
Retornando al hecho de desaprender (Bueno, 2018), aún en el supuesto ideal de que la didáctica en la docencia estuviera al día con la aplicación de los conocimientos de la neurociencia, equivocarse es humano y en caso de ser necesario desaprender hábitos y conductas, el teatro también podría ser la herramienta adecuada para ello en la educación. Como dice Bueno, la neurociencia ha descubierto que una vez establecida una conexión neuronal, ésta ya no se deshace (salvo en la adolescencia), sin embargo, puede reprogramarse usando la repetición (2018), concepto que se trabaja en el teatro de forma estructural. Coloquialmente a lo mejor hemos oído sobre los veintiún días que se necesitan, supuestamente, para cambiar un hábito, aunque en realidad es la repetición tratando de lograr los veintiún día consecutivos lo que produce la transposición de un hábito por otro, siendo mucho más extenso el periodo que los veintiún días propuestos como meta. Tal vez, en secundaria sería el momento para a través del teatro ofrecer esta ventana neuronal para la trasposición de hábitos y actitudes de forma consciente y voluntaria para el adolescente.
Para concluir, creo que la docencia podría aprender mucho sobre lo que la neurociencia arroja de luz al conocimiento humano y aplicarlo a la práctica educativa. Desde la importancia de confiar en el ritmo de aprendizaje de cada alumna y alumno hasta la forma de dirijirse a la sensibilidad de cada individuo para montar el avión de papel de su vida (Bueno, 2018). O como la negatividad puede generar una atmósfera capaz de afectar hasta a las más aplicadas y hasta a los más aplicados o de como la amabilidad es contagiosa de forma innata en la naturaleza humana.
* Videografía:
Bueno, D. (ponente). (2018). Versión Completa: David Bueno explica cómo cambia nuestro cerebro al aprender [Coloquio]. España: BBVA, Proyecto Aprendemos juntos. Recuperado en febrero 2020 de: https://youtu.be/nXQe7I5WBXs.
Vélez, J. (organizador). (2017). Teatro-Neurociencia. Gabriele Sofia. Universidad de Grenoble: Las acrobacias del espectador, neurociencias, teatro y viceversa. Martín Fons, ESADIB: La actuación psicofísica: perspectivas neurocientíficas para el estudio del proceso creativo del actor. Miguel Ribagorda, UCM: El espectador-intérprete. ¿Por qué a mí me ha gustado y a ti no? Cognición enactiva. Elena Martín, Co-founder y CEO de SOCIOGRAPH: Marketing Science y el impacto en las artes escénicas. Madrid: RESAD.