Donde manda corazón, no manda marinero.
¿Cómo las personas aprenden mejor? No hay mejor médico que uno mismo. Así de claro lo tenía el fisio que me trató tras mi accidente de tráfico. No hay nadie que pueda conocerte mejor que tú mismx. Otra cosa es que lo hagamos, lo de auto conocernos. Pero aquella respuesta, que en su día me pareció sorprendente por su obviedad y atrevimiento al mismo tiempo, me ha venido a la cabeza al leer la guía sobre el libro La naturaleza del aprendizaje ((Dumont, Istance & Benavides, 2012). ¿Podría ser, extrapolando, que no hubiera mejor docente que unx mismx? Pues, ¿quien mejor para conocer qué pautas, qué herramientas y a qué ritmos aprendemos mejor?
Si las escuelas de hoy se diseñaran aprovechando lo que se sabe sobre espacios y aprendizajes, según el proyecto Innovative Learning Environments (Ambientes Innovadores de Aprendizaje - ILE) (Dumont et al., 2010) desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la sociedad del futuro tendría probablemente una ciudadanía más comprometida.
Según la misma, los ambientes de aprendizaje se dan cuando:
Se anima al aprendizaje auto-regulado y constructivo
El aprendizaje es sensible al contexto
Es a menudo colaborativo
Es decir, los tres puntos anteriores coinciden en que se da una mayor presencia del estudiante en su propio aprendiazje, pues, en definitiva, es de esa persona de quien depende. La auto-regulación depende directamente del estudiante, aunque en mi opinión, para que fuera constructivo necesitaría el sustento de la docencia para dar cabida al auto conocimiento que posibilitara la auto-regulación. La sensibilidad es subjetiva y personal, con lo que de forma indirecta también estaría vinculada al estudiante, ya que nadie mejor para saber cómo le está afectando su contexto, por otro lado, a veces cambiante; de nuevo, encuentro que la docencia se hallaría como red de seguridad y soporte de confianza, sensible, para quien trata de aprender inmerso en su situación vital. Dos no colaboran si unx no quiere, por tanto, la colaboración dependería directamente del estudiante.
Aunque hay que tener presente que el aprendizaje del aula, el formal, se complementa con el adquirido en otros lugares, que es el aprendizaje no formal, y con el que se adquiere de forma involuntaria, el aprendizaje informal (Dumont et al., 2012, p.3). Señalan que la finalidad última del aprendizaje y la enseñanza en general es adquirir la habilidad para aplicar los conocimientos y habilidades adquiridas a diferentes situaciones, de forma flexible y creativa. Esto es, lo que se refería Ken Robinson (comentado en anteriores entradas) sobre la importancia de desarrollar la creatividad en la escuela.
Así mismo, mencionan la importancia de las emociones en el aprendizaje, pues si hay emociones negativas asociadas a los ámbitos de aprendizaje (como bulling en la escuela o problemas familiares), el desarrollo no será positivo. Por lo que la OCDE aboga para que las instituciones educativas se ocupen del desarrollo emocional (2012, p.4). En mi opinión, este punto me parece que sería de lo más revolucionario a nivel social y que sería tan sencillo como enseñar inteligencia emocional, ya que se ha descubierto que el corazón posee su propia red neuronal, con independencia del cerebro en la toma de decisiones. ¿De qué nos sirven todas las herramientas y conocimientos adquiridos si ante una emoción que nos abruma, éstos quedan invalidados?
Hablando de los ocho conceptos básicos de la motivación (Dumont et al., 2012, p.5), ¿podría ser que faltara uno: la auto-motivación? Me parecen muy acertados estos ocho puntos, sólo que echo en falta el empoderamiento que otorga responsabilizarse de unx mismx. Es decir, en esos ocho puntos veo que el foco para hallar la motivación está puesto en el exterior y ninguno en el interior. Según Daniel Goleman (2012, p. 8), una persona emocionalmente inteligente es aquella que posee las habilidades, entre las más destacadas, para:
entusiasmarse,
autocontrolarse,
ser perseverante y
automotivarse.
“Si no controlas tus habilidades emocionales, si no eres capaz de controlar tus
(Goleman, 2010).
Calidad versus Cantidad (Dumont et al., 2012, p.5). A estas alturas de la película pedagógica, me parece que este punto es ya como el clásico Barna vs. Real Madrid. A finales del S. XX, en la educación universitaria, sobre todo, se llegó a hablar del problema de la sobre especialización, donde un cirujano de corazón podía ser el mejor operando a corazón abierto y, sin embargo, su paciente podía fallecer en el postoperatorio debido a que el fallo cardíaco había sido originado por otra causa que el cirujano no había siquiera contemplado al estar alejada de su campo. Casos como estos hicieron plantearse ya en su momento que la cantidad fuera en detrimento de la calidad, al no contemplar, como menciona el artículo de The natur of learning..., la cooperación y la transversalidad (2012, p.7). Pues una sociedad que considera una de sus partes como el todo, ¿hasta dónde de lejos puede llegar? ¿En qué momento un corazón empezó a estudiarse alejado del mismo cuerpo que lo contiene?
Por añadidura, creo que hoy día, el conflicto entre tener que elegir entre cantidad y calidad no debería de ser tal, pues la cantidad de información disponible e inmediata es ingente gracias a las nuevas tecnologías y, como dice el artículo (Dumont et al., 2012, p.8), apoyarse en ellas y fomentar el conocimiento autónomo es un aprendizaje para la vida . Por tanto, creo que la atención del docente, en cuanto a la cantidad, debería de quedar liberada pudiendo centrarse en la calidad, no sólo del contenido, sino también y, con igual importancia, de las herramientas de documentación, verificación y análisis transversal que es capaz de asimilar su alumnado. Y de nuevo muevo el cenital de la responsabilidad sobre el alumnado y no sobre el docente, pues a veces me da la sensación que se carga al profesorado de unas responsabilidades que no le pertenecen, ya que como dice en el artículo (Dumont et al., 2012, p.11), la naturaleza del aprendizaje es personal y depende de factores tan inestables como las emociones del alumnado o su situación personal. Luego atendiendo a estos factores, creo que un docente que fuera plenamente consciente de lo anterior y que hubiera aceptado con paz y alegría lo limitado de su alcance en el aprendizaje, podría sentirse liberado del peso de una responsabilidad que "alguien" le colgó al cuello y centrar sus energías en lo que enteramente puede depender de ella/él, esto podría ser, por ejemplo, que lo que llegue, sea poco o mucho en su opinión o en la de la alumna o el alumno, sea de la máxima calidad y beneficio para su receptor atendiendo al nivel personal de asimilación que depende de cada persona y momento vital.
En lo que se refiere a los siete principios del aprendizaje (Dumont et al., 2012, p.6-7), sólo puedo decir que me ha venido a la mente un gran ejemplo de un centro que no cumple estos principios: nuestro centro, por desgracia. En mi experiencia en el mismo, sólo puedo decir que el segundo principio, "la naturaleza social del aprendizaje", me parece clave. La mala organización consume una cantidad inmensa de energía, además de ser fuente inagotable de frustración y problemas. Sin contar con la falta de cooperación que se inhala entre muchos de los docentes. Por no entrar más en el tema harto conocido, sólo mencionar que el principio quinto, "incluir a todos los estudiantes", me parece irrealizable en una carrera y en una escuela que parece centrarse, ya desde sus pruebas de acceso, en el principio aristotélico de la unicidad: un perfil, una facilidad y un dogma interpretativo. Por tanto, las experiencias del aprendizaje que una alumna o un alumno tenga se verán directamente determinadas por el centro de enseñanza al que acuda. No obstante, como hemos visto que el aprendizaje versa sobre quien aprende más que sobre quien enseña, un centro con dificultades no debería ser suficiente para que una alumna o un alumno con algo de inteligencia emocional no fuera capaz de sacar el máximo provecho y aprender (Dumont et al., 2012).
Tal vez, por lo mismo, reconozco que mi experiencia académica ha sido muy fructífera, he logrado integrar valores como el aprendizaje cooperativo o la resolución de conflictos, a saber porque sean pilares sobre los que se fundamenta el teatro mismo: sin equipo, sin cooperación, no existe arte escénico, pues en última instancia, aún cuando consigas no depender de un técnico de luces o de sonido, siempre necesitarás un espectador; y sin conflicto no hay intención comunicativa.
Para construir ambientes innovadores de aprendizaje, además de la cooperación, mencionan el puente escuela-hogar. Este punto me parece determinante a la par que delicado y complejo de llevar a la práctica. Aunque sería ideal conseguirlo.
Por último, me parece que incluir la línea de investigación en la educación, a través de la resolución de problemas o proyectos como se menciona (Dumont et al., 2012, p.11), sería muy positivo, pero ya incluso desde primaria. La curiosidad es algo innato en las niñas y los niños, como se ha comentado en anteriores entradas, luego simplemente sería aprovechar el impulso de la ola que ya existe en ellos y en ellas. Para lo cual, recordemos que el miedo al error y la existencia de dogmas educativos en cuanto a cómo deben de hacerse o ser las cosas, deberían de ser totalmente extirpados del cuerpo docente si se pretende lograrlo.
* Bibliografía:
Dumont, H., Istance, D. & Benavides, F. (2010). The Nature of Learning. USING RESEARCH TO INSPIRE PRACTICE. OECD.
Dumont, H., Istance, D. & Benavides, F. (2012). La Naturaleza del Aprendizaje. Investigación para inspirar la práctica. Guía del practicante. OECD.
Goleman, D. (2010). Inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós.
Si las escuelas de hoy se diseñaran aprovechando lo que se sabe sobre espacios y aprendizajes, según el proyecto Innovative Learning Environments (Ambientes Innovadores de Aprendizaje - ILE) (Dumont et al., 2010) desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la sociedad del futuro tendría probablemente una ciudadanía más comprometida.
Según la misma, los ambientes de aprendizaje se dan cuando:
Se anima al aprendizaje auto-regulado y constructivo
El aprendizaje es sensible al contexto
Es a menudo colaborativo
Es decir, los tres puntos anteriores coinciden en que se da una mayor presencia del estudiante en su propio aprendiazje, pues, en definitiva, es de esa persona de quien depende. La auto-regulación depende directamente del estudiante, aunque en mi opinión, para que fuera constructivo necesitaría el sustento de la docencia para dar cabida al auto conocimiento que posibilitara la auto-regulación. La sensibilidad es subjetiva y personal, con lo que de forma indirecta también estaría vinculada al estudiante, ya que nadie mejor para saber cómo le está afectando su contexto, por otro lado, a veces cambiante; de nuevo, encuentro que la docencia se hallaría como red de seguridad y soporte de confianza, sensible, para quien trata de aprender inmerso en su situación vital. Dos no colaboran si unx no quiere, por tanto, la colaboración dependería directamente del estudiante.
Aunque hay que tener presente que el aprendizaje del aula, el formal, se complementa con el adquirido en otros lugares, que es el aprendizaje no formal, y con el que se adquiere de forma involuntaria, el aprendizaje informal (Dumont et al., 2012, p.3). Señalan que la finalidad última del aprendizaje y la enseñanza en general es adquirir la habilidad para aplicar los conocimientos y habilidades adquiridas a diferentes situaciones, de forma flexible y creativa. Esto es, lo que se refería Ken Robinson (comentado en anteriores entradas) sobre la importancia de desarrollar la creatividad en la escuela.
Así mismo, mencionan la importancia de las emociones en el aprendizaje, pues si hay emociones negativas asociadas a los ámbitos de aprendizaje (como bulling en la escuela o problemas familiares), el desarrollo no será positivo. Por lo que la OCDE aboga para que las instituciones educativas se ocupen del desarrollo emocional (2012, p.4). En mi opinión, este punto me parece que sería de lo más revolucionario a nivel social y que sería tan sencillo como enseñar inteligencia emocional, ya que se ha descubierto que el corazón posee su propia red neuronal, con independencia del cerebro en la toma de decisiones. ¿De qué nos sirven todas las herramientas y conocimientos adquiridos si ante una emoción que nos abruma, éstos quedan invalidados?
Hablando de los ocho conceptos básicos de la motivación (Dumont et al., 2012, p.5), ¿podría ser que faltara uno: la auto-motivación? Me parecen muy acertados estos ocho puntos, sólo que echo en falta el empoderamiento que otorga responsabilizarse de unx mismx. Es decir, en esos ocho puntos veo que el foco para hallar la motivación está puesto en el exterior y ninguno en el interior. Según Daniel Goleman (2012, p. 8), una persona emocionalmente inteligente es aquella que posee las habilidades, entre las más destacadas, para:
entusiasmarse,
autocontrolarse,
ser perseverante y
automotivarse.
“Si no controlas tus habilidades emocionales, si no eres capaz de controlar tus
emociones estresantes, si no puedes tener empatía y
relaciones efectivas,
entonces no importa lo inteligente que seas, no
vas a llegar muy lejos”.(Goleman, 2010).
Calidad versus Cantidad (Dumont et al., 2012, p.5). A estas alturas de la película pedagógica, me parece que este punto es ya como el clásico Barna vs. Real Madrid. A finales del S. XX, en la educación universitaria, sobre todo, se llegó a hablar del problema de la sobre especialización, donde un cirujano de corazón podía ser el mejor operando a corazón abierto y, sin embargo, su paciente podía fallecer en el postoperatorio debido a que el fallo cardíaco había sido originado por otra causa que el cirujano no había siquiera contemplado al estar alejada de su campo. Casos como estos hicieron plantearse ya en su momento que la cantidad fuera en detrimento de la calidad, al no contemplar, como menciona el artículo de The natur of learning..., la cooperación y la transversalidad (2012, p.7). Pues una sociedad que considera una de sus partes como el todo, ¿hasta dónde de lejos puede llegar? ¿En qué momento un corazón empezó a estudiarse alejado del mismo cuerpo que lo contiene?
En lo que se refiere a los siete principios del aprendizaje (Dumont et al., 2012, p.6-7), sólo puedo decir que me ha venido a la mente un gran ejemplo de un centro que no cumple estos principios: nuestro centro, por desgracia. En mi experiencia en el mismo, sólo puedo decir que el segundo principio, "la naturaleza social del aprendizaje", me parece clave. La mala organización consume una cantidad inmensa de energía, además de ser fuente inagotable de frustración y problemas. Sin contar con la falta de cooperación que se inhala entre muchos de los docentes. Por no entrar más en el tema harto conocido, sólo mencionar que el principio quinto, "incluir a todos los estudiantes", me parece irrealizable en una carrera y en una escuela que parece centrarse, ya desde sus pruebas de acceso, en el principio aristotélico de la unicidad: un perfil, una facilidad y un dogma interpretativo. Por tanto, las experiencias del aprendizaje que una alumna o un alumno tenga se verán directamente determinadas por el centro de enseñanza al que acuda. No obstante, como hemos visto que el aprendizaje versa sobre quien aprende más que sobre quien enseña, un centro con dificultades no debería ser suficiente para que una alumna o un alumno con algo de inteligencia emocional no fuera capaz de sacar el máximo provecho y aprender (Dumont et al., 2012).
Tal vez, por lo mismo, reconozco que mi experiencia académica ha sido muy fructífera, he logrado integrar valores como el aprendizaje cooperativo o la resolución de conflictos, a saber porque sean pilares sobre los que se fundamenta el teatro mismo: sin equipo, sin cooperación, no existe arte escénico, pues en última instancia, aún cuando consigas no depender de un técnico de luces o de sonido, siempre necesitarás un espectador; y sin conflicto no hay intención comunicativa.
Para construir ambientes innovadores de aprendizaje, además de la cooperación, mencionan el puente escuela-hogar. Este punto me parece determinante a la par que delicado y complejo de llevar a la práctica. Aunque sería ideal conseguirlo.
Por último, me parece que incluir la línea de investigación en la educación, a través de la resolución de problemas o proyectos como se menciona (Dumont et al., 2012, p.11), sería muy positivo, pero ya incluso desde primaria. La curiosidad es algo innato en las niñas y los niños, como se ha comentado en anteriores entradas, luego simplemente sería aprovechar el impulso de la ola que ya existe en ellos y en ellas. Para lo cual, recordemos que el miedo al error y la existencia de dogmas educativos en cuanto a cómo deben de hacerse o ser las cosas, deberían de ser totalmente extirpados del cuerpo docente si se pretende lograrlo.
* Bibliografía:
Dumont, H., Istance, D. & Benavides, F. (2010). The Nature of Learning. USING RESEARCH TO INSPIRE PRACTICE. OECD.
Dumont, H., Istance, D. & Benavides, F. (2012). La Naturaleza del Aprendizaje. Investigación para inspirar la práctica. Guía del practicante. OECD.
Goleman, D. (2010). Inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós.
* Tablas e imágenes extraídas de The natur of learning. Using reserch to inspire practice. OECD